jueves, 17 de septiembre de 2015

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Por favor, sé que me lees, invítame a un café. Desayunemos de nuevo. O no, disculpa. Invítame a cenar. No me refiero económicamente. Digo que me extiendas la invitación, que me facilites el encuentro. Tienes la dureza del que ha sufrido mucho y sólo puede mirar hacia detrás. Me gustaría no ser tan joven, para que tomaras mi dolor más en serio. Mi dolor es tan tibio como el tuyo. Mi dolor mancha absolutamente todo, como el tuyo. Vivo con un lastre que sepulta una a una mis relaciones. Mis relaciones con las personas, mis relaciones con el espacio, mis relaciones con las cosas. Pero sería tan agradable que me invitaras a tomar una copa. El día no auxilia toda la atención que mi cuerpo te está otorgando. Invítame a cenar.