viernes, 9 de junio de 2017

siento que la vida en ti sucede.
y en todo lo demás, no hay más que muerte.
la ceniza recorre el mundo,
pasando por encima de ti,
eres de oro.
un animal destinado a escapar de la miseria,
un animal destinado a escapar de la mediocridad.

ansiaría odiarte,
y aún así te deseo.
te deseo por todo lo que todavía no hemos sido.
te deseo por nuestras posibilidades infinitas.
te deseo por todo lo que no seremos.
por nuestro dolor permanente.
por la casa que no haremos.

añoro todo lo que eres,
porque el mundo en ti sucede.
Internet.
qué gran maravilla.
puedo acceder a ti.
puedo mirarte.
casi como si espiara a las águilas.
te desplazas,
me muevo junto a ti.
no me miras, aquí sigo.
apenas puedes girar tu cuello.
no volteas tu cuerpo hacia mí.
entonces me doy cuenta de que estoy enamorada de una fotografía
que ya no existes,
que ya no existimos,
que ya no somos nunca más.
romper con una verdad que no se agota,
redimir(se) ante nuestra ficción.
nada tienes que yo no quiera.
nada eres que yo no ansíe.
hasta tu tragedia me resulta una suerte.

nuestra tristeza es animal.
nuestra pena no le pertenece al mundo.
somos seres de otra tierra.
habitamos en lo incompatible.
apenas existimos.
transitamos lugares que no existen.
no somos nada.
no somos nada bueno.
no somos nada que alguien de nuestra especie quisiera.
ni siquiera nosotros nos desearíamos.
no habita el deseo en nosotros.
no somos nada.
nada bueno.
pero somos indestructibles.
y ahí asoma nuestra belleza.
tú y yo no nos moriremos nunca,
porque tú y yo no existiremos nunca,
porque tú y yo no habitamos este mundo,
porque tú y yo no somos nada,
nada que ver con los demás seres,
nada que ver con la mediocridad que nos alberga,
tú y yo,
con nuestra tristeza,
destrozándonos como animales,
imaginando que podemos ser otra cosa, distinta a lo que somos,
otra especie,
como si pudiésemos permanecer inmortales al dolor que nos menciona.